Palacio Seguí o Villa de la Señora Cornelia Villar de Seguí

------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Artículo Periodístico.
Publicado el día domingo 21 de octubre de 2014 en Revista "Semanario" de Gualeguaychú.
Edición Nº 31.
Texto: Prof. Elisa Fernández
------------------------------------------------------------------------------------------------------------


        Diferentes edificios-monumentos que sufren el paso irremediable del tiempo, adquieren con el obrar humano un camino de interpretaciones y valoraciones a través del diseño arquitectónico y del urbanismo innovador. Conservar lo rescatado en el Palacio Seguí o Villa de la Señora Cornelia Villar de Seguí, como lo mencionan los pliegos de construcción del inmueble (1910), forma parte del proyecto de valorización de los edificios históricos provinciales.
        En el mes de agosto del corriente año, el Intendente Municipal Juan José Bahillo, presentó a las autoridades del ex Colegio Nacional Luis Clavarino los avances del proyecto de restauración, refuncionalización y puesta en valor del edificio en el que funciona la actual Escuela Secundaria Nº 12, que lleva el nombre del ciudadano ilustre antes mencionado. El proyecto fue realizado por profesionales de Gualeguaychú a partir de un acuerdo entre la provincia y el municipio.
        Quienes nos sentimos identificado con la Institución, deseamos la ejecución de la obra.


CONTRATAR PARA CONSTRUIR
        En 1910, los periódicos de la época mencionaban con asombro la cantidad de viviendas construidas en la localidad; algunas pequeñas y otras grandes, pero todas saliendo de la vieja rutina arquitectónica.
        En medio de este paisaje urbano se destacaban edificios como el del Palacio Municipal o el de la Escuela Superior Mixta Olegario Víctor Andrade y se proyectaban refacciones en la construcción de la vieja Aduana o en el frente del templo parroquial, al que le iban a incorporar las torres de treinta y seis metros de altitud, permitiendo observar desde lo alto el moderno panorama urbano.
        Mientras esto ocurría, la señora Cornelia del Villar Aguiar, viuda del doctor don Juan Francisco Seguí, firmaba contrato con los arquitectos Juan Antonio y Juan Carlos Buschiazzo para la construcción de un edificio-vivienda a realizarse en el ángulo sureste de la intersección de las arterias 25 de Mayo y Bartolomé Mitre.
        La reunión de los interesados se realizó en Buenos Aires el 23 de marzo de 1910 y seis días más tarde, con el constructor Pedro Delfino, en la ciudad de Gualeguaychú.
        Allí se indicaban las características del proyectado edificio de estilo ecléctico, conocido como Palacio Seguí o Villa Cornelia; lejos estaban de pensar los interesados que, con los años, esta edificación de arquitectura academicista, destinada a vivienda de uso privado, tendría utilidad pública.


UNA VILLA EN LA CIUDAD
        El pliego de condiciones firmado en el estudio arquitectónico ubicado en la calle Callao 1450, de Buenos Aires, indicaba la construcción de una Villa en Gualeguaychú para la señora Cornelia Villar de Seguí, según los planos realizados por los arquitectos mencionados.
        Las tipologías edilicias italianas de las grandes ciudades denominaban VILLA a las construcciones de carácter pintoresco reforzadas con un extenso jardín circundante.
        El palacio a construir debía tener – según contrato – un mirador o torre con techo de armadura de hierro cubierto de dos hiladas de ladrillo con tejas vidriadas de color, un remate de cinc en la cúspide terminado con un pararrayos, con su conductor de cobre, y una verja a las dos calles, con forma y dibujo remitidos por el arquitecto. El diseño de la reja, fue realizado por el herrero Juan Antonio Raffo en el taller mecánico, de fundición y herrería denominado La Nacional, situado en calle San Martín, propiedad de Daniel Boggiano. Según tradición oral familiar, el artesano del hierro colocó datos de su obra en un papel que guarda celosamente uno de los barrotes de la verja.
        Doña Cornelia Villar, quien en ese entonces declaraba domicilio en su vieja casona de estilo italianizante ubicada en la calle 25 de Mayo Nº 471(1),cuya moda fue previa a la de los palacios, observaba con atención los trabajos de extracción y vaciado de material, en la esquina donde antes estuviera la fonda de don Pedro Pomar.
        Según indicaciones de los arquitectos, la excavación de la planta del subsuelo debía realizarse hasta encontrar terreno firme; una vez logrado el objetivo y realizados los cimientos, una capa de hormigón de 50 centímetros de espesor y 30 centímetros de mayor anchura que las paredes que debían soportar, cubriría el lugar. Terminada esta operación, se debía construir un contra-piso de ladrillo asentado en mezcla sobre toda la extensión del edificio. Una capa de cemento hidrófugo cubriría igualmente todos los cimientos de la casa.
        Para impedir que la humedad del terreno perjudicara los muros, habían resuelto colocar una capa vertical de cemento hidrófugo sobre un ladrillo de canto, en contorno de toda la excavación.


ENTRE PISOS Y TECHOS
        Una serie de medidas de precaución, que indicaban prudencia y previsión, fueron tomadas antes de iniciar la obra. Los transeúntes podían observar andamios sólidos, con rampas de acceso, para evitar accidentes que pudieran poner en peligro la vida de los obreros y para que los arquitectos lograran inspeccionar la construcción. Don Pedro Delfino, el constructor, evitaba cargar los andamios con excesivo peso de materiales y ordenaba apuntalar previamente las paredes para evitar derrumbes con motivo de las grandes lluvias o temporales que solían darse en la ciudad.
        Con lentitud, los muros de elevación del subsuelo y pisos superiores, con el espesor señalado en los planos, se levantaron a plomo y nivel acusando en su estructura todos los salientes de pilastras, cornisas y molduras señaladas en el contrato. Las órdenes indicaban levantar de manera simultánea la extensión del edificio en su totalidad, a fin de que fueran convenientemente trabados, impidiendo construir ninguna porción aislada en mayor altura de una andamiada.
        Mientras el Ingeniero Juan Antonio Buschiazzo llegaba a la localidad para proyectar tres nuevos edificios públicos escolares, la obra con fines particulares continuaba avanzando. Juan Antonio Buschiazzo, primer egresado de la carrera de arquitectura de la Universidad de Buenos Aires (1878), visitó entonces la obra del proyectado palacio y dialogó con el constructor Pedro Delfino. Previa solicitud de información sobre el subsuelo de la esquina en construcción, resolvió colocar dinteles de acero doble T, del perfil correspondiente, en los vanos o huecos de puertas y ventanas, tal como ocurría con los tirantes verticales en las columnas y pilares.
        Los planos indicaban construir el techo con armaduras de pino de tea y entarimado general de tablas de pino apruce y sobre ello pizarras de colores de fibro-cemento; sin embargo, un anexo firmado por el constructor, señala que fueron realizados a bovedillas con piso de mosaico de un solo color. La balaustrada en todo el contorno del edificio fue indicada por los arquitectos.


LA NOVEDAD DEL ASCENSOR
        A comienzos del siglo XX, el diseño de ascensores se había beneficiado con el uso de un motor de corriente contínua que facilitaba su funcionamiento. La firma Buxton, Cassini y Cía de Buenos Aires, tenía la representación exclusiva de la Casa Otis, compañía norteamericana encargada de la producción de estos aparatos.
        Doña Villar de Seguí, padecía entonces de problemas de salud que la llevaban a permanecer en la vivienda. Su hija, Cornelia Seguí de Méndez Casariego, solía representarla en los eventos públicos que requerían de la presencia de su madre. Ante esta situación, los ingenieros de la construcción recomendaron la colocación de un elevador de personas en el palacio. Entre las instalaciones varias, figura la de un ascensor eléctrico para dos personas, con cabina de madera lustrada y provisto de espejo.
        La empresa Luz Eléctrica Gualeguaychú, de la firma Buxton, Cassini y Cía, que prestaba servicios en la ciudad, vendió sus derechos a la Compañía Anglo-Argentina, propietaria de las empresas de Concordia, Gualeguay y Concepción del Uruguay. Las quejas por el servicio de iluminación eran permanentes y las amenazas en contra de la compañía resultaban comunes.
        Aun cuando los vecinos de los barrios del este y del norte de la ciudad se encontraban alborozados con la iluminación a luz eléctrica anunciada en la zona, la provisión del servicio presentaba serias dificultades que impedían el uso de aparatos de elevación como el encargado por la señora de Seguí.


DE USO PRIVADO A PALACIO ESCOLAR
        Al fallecer doña Cornelia Villar de Seguí en 1913, el edificio construido con los adelantos técnicos de la época, fue comprado a los coherederos por don Luis Epomuceno Clavarino. Allí vivió este comerciante y Jefe de Policía, junto a su esposa Florencia Malvina del Corazón de Jesús y María Seguí(2), hasta su muerte acaecida dos años más tarde.
Malvina y Luis, solían trasladarse en los meses de verano al hermoso chalet que poseían al noroeste de la ciudad. Desde el mirador de su vivienda céntrica, podían observar la construcción conocida como Villa Malvina.
        Diarios de la época dicen que desde la extinción de su malogrado esposo, el carácter de la dama declinó y la voluntad cedió en parte, por ello decidió redactar su testamento en el que donaba la finca y el terreno que poseía en la calle Mitre Nº 499, al superior Gobierno de la Nación , con la expresa condición de que se instalará y funcionará en ella un Colegio Nacional, que debería llevar el nombre de su finado esposo, don Luis Clavarino. En caso de que dicho superior Gobierno no aceptara este desprendimiento o diera a la finca destino distinto del que ella dispusiera, dejaba sin efecto la donación.
        En 1917, el Presidente de la Nación, don Hipólito Yrigoyen, expidió un decreto aceptando la donación del edificio de la calle 25 de Mayo y Mitre.
        La interesante construcción respondía al modelo de escuelas-palacio que indicaba el proyecto educativo moderno, para las edificaciones escolares, desde finales del siglo XIX.

NOTAS
(1) Registro de la Propiedad Inmueble. Libro de Protocolo Asisclo Méndez 5 B, 1904-1927, 10 de enero de 1910, escritura Nº 7.
(2) Archivo Catedral Todos los Santos. Santa Fe. Libro de bautismos s/n de la Santa Iglesia Matriz que principia en 1852, folio 97, imagen 100 de 245 Family Search.

No hay comentarios: