De la chacra de Carmona al corsódromo

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Artículo Periodístico.
Publicado el día domingo 3 de Enero de 2010 en el Diario El Día De Gualeguaychú
Texto: Prof. Elisa Fernández
Ilustración: Arq. Marina Sosa
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        Gualeguaychú es una ciudad pujante en lo cultural, y al comenzar el año 2010, vivimos entre muchas otras cosas interesantes, el tiempo de comparsas, el tiempo de la “Fiesta Nacional del Carnaval del Litoral”.
        Hoy, la planta turística de una “industria sin chimeneas” da al trazado urbano una fisonomía muy particular. En los tiempos de los primeros pobladores criollos, lo que hoy es el Corsódromo era conocido como “la chacra de Carmona”.
        Juan de la Cruz Moreira Carmona llegó con apenas trece años a ese lugar deshabitado. Se trataba de un paisaje natural en el que tal vez habían vivido algunos aborígenes, pero para la segunda mitad del siglo XVIII estaba desocupado y eran tierras realengas. Las pocas personas que llegaron a la región en esos tiempos, decidieron buscar un área privilegiada para poderse asentar. El joven no llegó solo a lo que es hoy nuestra ciudad, y con los años afincó su chacra en ese lugar.
        A él y demás habitantes, les tocó rellenar terrenos pantanosos con piedras y lajas para poder radicarse en el espacio elegido para habitar.
        Para los primeros pobladores, la chacra de Carmona no era periférica, como podríamos imaginar, sino que era una “zona central”, pues la capilla estaba ubicada a poca distancia de su hogar (barrio de los Fundadores). Algunas familias también se habían asentado cerca del arroyo que nosotros conocemos como “del Cura”, que llamaban “arroyo del Capitán”.
        Las cosas cambiaron cuando en 1783, don Tomás de Rocamora convenció a esos primeros pobladores, sobre las incomodidades de la zona que habían elegido.
        Los obstáculos que presentaba el terreno que conducía al río, bordeado de cañaverales y bañados, eran una complicación difícil de sobrellevar.
        Por eso el fundador plantificó la villa al noreste de aquel lugar. Para diseñar la nueva plaza, eligieron una de las partes más altas de lo que es hoy nuestra ciudad, (actual plaza San Martín); la chacra de Carmona dejó de ser el espacio central. Su comunicación con las instituciones que rodeaban la llamada “plaza mayor”, sin embargo, estaba garantizada. Los accidentes que el terreno presentaba para llegar al nuevo núcleo poblacional, serían salvados por carros y caballos, medios de transporte que resultaban cómodos para transitar. Como suele ocurrir con los espacios poblados o sin poblar, la importancia de los lugares puede variar según los momentos, las realidades y las problemáticas de un tiempo en particular.
        Seguramente no le interesó a aquel primer poblador abandonar un paisaje tan natural, por eso no aceptó ninguno de los solares repartidos por Rocamora alrededor del damero que el fundador acababa de plantificar; el silencio y la naturaleza de chacras, quintas y estancias le permitían disfrutar de una forma de vida que había elegido.


DE LA CHACRA A LA AZOTEA
        En la villa se podían observar con más facilidad las modificaciones del paisaje natural, aunque en los primeros tiempos los conflictos originados por las guerras de la independencia limitaron el accionar de los pobladores que eligieron habitar en el espacio central. Las quintas y chacras se convirtieron en lugares de intercambio y abastecimiento para la gente del lugar. Era una interacción necesaria para subsistir en momentos de tanta dificultad.
        Las poco más de veinte manzanas que abarcaban los ochenta y cinco solares repartidos por el fundador, no se extendieron demasiado en esa oportunidad.
        La nuestra, no era una villa que se destacara por su edificación, a no ser por la casa de “Haedo”- actual museo en el ángulo noroeste frente a la plaza mayor-, una vivienda del modelo fundacional, hecha de material.
        Con los años, Juan de la Cruz Carmona que solía concurrir a las actividades políticas y religiosas programadas en el lugar central, decidió trasladarse a la casa de su yerno para vivir con más comodidad.         Ya tenía sus años y la vivienda de “azotea” que había comenzado a construir el esposo de su hija, le brindaba otra realidad, aunque tuviera su rancho. Era la década del 1830 y los Lapalma albergaban también a los niños Olegario, Wenceslao y Úrsula Andrade a causa de su orfandad.(1)
        Don Juan Carmona sabía que su empleado, un señor de apellido Trujillo, permanecería en la chacra que parecía tan distante del ejido poblacional.
        El barrio de los fundadores, la azotea de Lapalma ubicada en la zona noroeste de nuestra ciudad y la casa de Haedo, son testimonios de nuestra historia local, que debemos resguardar y preservar.


DE LOS SONIDOS EN LA "CASA DE LA ESTACIÓN"
        Desde 1882 se planteaba la necesidad de líneas ferroviarias en la provincia, que llegarían -entre otras- a nuestra localidad. Este medio de transporte, según palabras del Gobernador Eduardo Racedo, reducía las distancias, valorizaba las propiedades, adelantaba las costumbres y beneficiaba la “faz económica de los pueblos”(2).
        Los años transcurrieron y el lugar donde estaba Trujillo, el empleado de Carmona, adquirió por ello una importancia vital. Ante la inminente llegada del ferrocarril, en 1889, el Concejo Deliberante de la ciudad, autorizó al Presidente de la Municipalidad la apertura de los boulevares de circunvalación que dividían la planta urbana de la zona de quintas.
        Los vecinos de la localidad veían la posibilidad de valorizar o adquirir una propiedad en las ya delineadas calles La Paz (hoy Del Valle), Institución (Concordia), Buenos Aires, Nogoyá (Goldaracena) y Tala.El lugar donde había vivido el viejo De la Cruz Carmona, se volvía a valorizar y las necesidades de la instalación del ferrocarril llevaron al gobierno a expropiar la propiedad.
        A pesar de las disposiciones que insistían sobre la prohibición del uso de cohetes y cornetas que alteraran el silencio de la ciudad, la chacra de Carmona nunca más fue silenciosa. Comenzaba un tiempo en que la gente debía detenerse, escuchar y mirar para poder cruzar las vías por donde el tren circulaba a cierta velocidad. La instalación del ferrocarril fue uno de los objetivos fundamentales del proceso de modernización. La infraestructura férrea y telegráfica formaba parte de una revolución política, económica y social que daban un nuevo aspecto al paisaje cultural de la ciudad. No era tarea fácil el tendido de las vías férreas.
        Diferentes actores sociales participaron en la delineación y construcción; la nueva arquitectura necesitaba de ingenieros y topógrafos, empleados públicos, gente especializada y trabajadores por cuenta propia como los carreteros que traían los útiles necesarios para comenzar a trabajar; sin excluir los ferroviarios y portuarios, además de los trabajos artesanales realizados por carpinteros, herreros, mecánicos y aquellas personas que aportaran brazos para la obra de infraestructura a realizar. Las estaciones de los trenes eran toda una novedad, la mayoría de ellas respondía al tipo de construcción de estilo inglés.
        En nuestra ciudad fue una “fiesta del pueblo en su manifestación más simpática”, la inauguración de la “Casa de la Estación” (1889). La locomotora que había entrado al nuevo lugar anunciaba de alguna manera un ámbito de circulación y movilidad de la gente. Era el centro de las miradas de los habitantes de la ciudad.
        Hace unos años, en la década del 1960, se observaba el deterioro del patrimonio ferroviario en general. Tiempo después, el ramal del F.C.C. Entrerriano que tanta importancia tuvo en la economía local, regional y nacional, fue levantado del lugar.
        Los boulevares dieron espacio a las avenidas, pero la “Casa de la Estación” permanece como una seña de identidad de una época difícil de olvidar. 
        En la actualidad sigue siendo un lugar de movimiento e intercambio, de conflictos y pertenencia, el de la industria turística de la ciudad; es un centro dentro de otros centros -como la costanera- que caracterizan la ciudad.
        Dice Gustavo Rivas que la Municipalidad de Gualeguaychú: "construyó (allí) el actual Corsódromo, en lo que había sido por más de cien años, la estación del ferrocarril. Se inauguró el 18 de Enero de 1997. Es el primero de su tipo en el país, con una extensión de 500 metros de largo y un ancho de pista de 10 metros útiles”(3).
        Las actividades económicas de las regiones suelen cambiar por situaciones de carácter nacional e internacional. De la Chacra de Carmona al Corsódromo, el espacio de la estación es un espejo local de estos avatares y el silencio desaparece en tiempos del carnaval.


NOTAS
(1) Archivo del Instituto Magnasco. Juan de la Cruz Carmona. Testimonios Orales. Gualeguaychú, Biblioteca Andrade, Datos biográficos. B.Letra C-U-C.9.
(2) Racedo, Eduardo. Mensaje del Poder Ejecutivo presentado a la Legislatura de Entre Ríos. Paraná, Imprenta San Martín, 1884.
(3) Rivas, Gustavo. Crónica retrospectiva del Carnaval del Gualeguaychú. Diario “El Día”, Suplemento Carnaval del País.2009. www.eldiadegualeguaychu.com.ar

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