Panorama regional: La enfermedad de Belgrano

Obra: "El General Manuel Belgrano". Óleo sobre tela de Paul L. Hallez

    
Poco a poco, el panorama político se complicó en las regiones más alejadas y menos integradas al Virreinato del Río de la Plata, al Alto Perú y al Paraguay. Algo similar ocurrió en la cercana Banda Oriental.
    Interrumpidas las relaciones e iniciadas las hostilidades con la gobernación militar de la Banda Oriental, el entusiasmo patriótico se acentuó en la campaña y en las villas.
    Desde el 29 de mayo regía el decreto sobre los cuerpos militares llamados regimientos. La Junta intentaba así transformar sus milicias en ejércitos destinados a garantizar la lealtad de los gobiernos en los territorios dependientes. Una estrategia inteligente, desarrollada por los cuerpos expedicionarios, permitió la divulgación del verdadero objetivo del proceso revolucionario, así como el comienzo de los trabajos para la organización y disciplina de las milicias regionales encargadas de cooperar en las luchas que se avecinaban.
    Las noticias traídas por el emisario Espíndola, ponían un manto de dudas sobre la efectividad de la expedición al Paraguay. Años después, Manuel Belgrano expresaba sus temores sobre la eficacia de la marcha en las Memorias(1) por él escritas.
    Aun así, a pesar de su estado de salud ocasionado, Manuel Belgrano recibió la autorización para emprender la travesía en el mes de septiembre. Era de conocimiento público que el cabildo abierto de aquel lugar había reconocido dos meses antes al Consejo de Regencia.


HACIA LA BAJADA

A veces… Belgrano se enojaba

    Los contactos del Jefe de la expedición con el Alcalde de la Bajada se iniciaron desde el campamento de San Nicolás. En ese lugar, Manuel Belgrano aprestaba las tropas para la prosecución de la marcha. Una de las preocupaciones del abogado, se relacionaba con la escasez de ejemplares de la Gaceta de Buenos Aires e impresos de la época que podían ilustrar a la gente en su tránsito por la región. El Alcalde de la Bajada pidió a la Junta más impresos o circulares para mandar a los nueve comisionados de la campaña:
“…pues aunque podían haberse sacado copias no hacen la misma impresión en aquella gente […] espero la remisión de 8 ejemplares…”.(2)
    Organizar la expedición tenía sus inconvenientes; Belgrano no era militar y para esos tiempos estaba enfermo de una patología venérea (sífilis) que lo aquejaba hacía tiempo; algo común en esos años. Ante esta situación, incorporó al profesor de cirugía y medicina don Juan Trouvé, como cirujano del Regimiento de Caballería de la Patria.
    Las lluvias torrenciales complicaban el avance del ejército y los caballos no respondían ante las dificultades provocadas por el camino intransitable. Sin embargo, llegaron a destino y acamparon en la vieja estancia jesuítica de Santo Tomé.
    Entre las preocupaciones del Comandante en Jefe de la fuerza revolucionaria, que avanzaba hacia el Paraguay, figuraba el rejunte de caballada. Por esta razón cruzó el río Salado para llegar a la ciudad y conversar con las autoridades de Santa Fe.
    Desde esa villa, donde permaneció poco más de una semana, escribió a la Junta sobre el apoyo recibido. Pasado ese tiempo, cruzó el río Paraná —tras siete horas de navegación— para entrar en La Bajada.
    La virtud y bondad de carácter que singularizaban su espíritu solía verse afectada ante ciertos obstáculos. El cruce de carretas cargadas de municiones y artillería alteraba su estado de ánimo. Solía decir que era capaz de “darles fuego de la mejor gana” cuando la situación se complicaba. Por esta razón, el teniente coronel Diego Balcarce tuvo que embarcarlas en el Paso de Santo Tomé.
“…se sabe que los patriotas perdieron una carreta con municiones y pólvora en el arroyo Las Conchas, probablemente en lo que es hoy el Paso de la Balsa, por el camino de tierra de Paraná a Villa Urquiza…”.(3)
    La guerra emprendida contra los focos realistas imponía la creciente necesidad de reclutar hombres, recursos materiales como vituallas y monturas, además de animales para sostenerla. En el recinto del pueblo tenían tan solo noventa y seis caballos; como el número no era suficiente el alcalde Juan Garrigó llegó a un acuerdo con el Cura Vicario de La Bajada para solicitar a los fieles la donación.
    En el mes de octubre contabilizaban setecientos cincuenta y un caballos entregados por el vecindario de La Bajada. Hombres comunes como Carlos del Saucesito, Juan Antonio, el maturrango o los tres cordobeses, se encargaron de proveer algunos equinos.
    Manuel Belgrano percibía la necesidad del apoyo de los lugareños para el cuidado de los caballos. Poco después, expresaba en una de sus cartas los inconvenientes planteados por los equinos mancados. Decía que era necesario hacerlos revisar “…por uno de nuestros paisanos, que lo entienden mejor que los aldeanos europeos; el mío tropezaba y alguna vez manqueaba, y un paisano lo ha compuesto perfectamente sin más que un cuchillo; suele crecerles una callosidad que forma ángulo y que está en el centro del vaso, de modo que pisan con aquella y no con éste, y entonces sin remedio han de tropezar y manquear; en cortándoselas para que pisen con el vaso, quedan buenos de un instante a otro…”.(4)
    Como consecuencia de estos inconvenientes, el servicio de remonta y la necesidad de caballos mantenidos con grano y a pesebre fue una exigencia de la Junta.
      Ante el cruce del ejército, la gente se entusiasmaba con la música de los tambores, cornetas, pífanos y demás instrumentos. Jóvenes con ascendencia aborigen, provenientes de las misiones, se incorporaban a sus filas con la finalidad de alegrar o alertar a la tropa en su tránsito por el territorio.

Continuará...

--------------------------------------------------
Leer investigación sobre este tema en:

----------------------------------------------------------------------------
(1) Bartolomé Mitre (1887), Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina. Memorias. Apéndice documental, Félix Lajouane Editor, Buenos Aires.
(2) Archivo General de la Nación. Oficio de Juan Garrigó a la Junta. Ver Arce, Facundo. Op.cit., nota 3.
(3) Alarcón Muñiz, Mario. Entrerrianías. Ediciones LT 14 Radio General Urquiza, Imprenta Acosta, Santa Fe, 2007.
(4) Piñeiro, Armando Alonso. Carta de Manuel Belgrano a Tomás de Anchorena .Ver Cronología Histórica Argentina. Buenos Aires, Ediciones Depalma, 1981, p. 259.

No hay comentarios: