Manuel Belgrano, su rostro y su vestimenta

Los retratos que se hicieron en vida
de Manuel Belgrano (Página 12)
Rostros de tez morena y ojos oscuros que caracterizaban a gran parte de la población criolla contrastaban con la figura del abogado militar. José Celedonio Balbín, amigo personal de Manuel Belgrano, lo describía como un hombre de:
“… regular estatura, pelo rubio, cara y nariz fina, color muy blanco, algo rosado, sin barba; tenía una fístula bajo un ojo; su cara era más bien de alemán que de porteño…”.
El jefe del ejército no tenía por costumbre vestir en su vida diaria como se suele ver en el retrato realizado por Francois Casimir Carbonnier, en 1815. El cuadro pintado en Londres y copiado en varias oportunidades por otros artistas, lo muestra como un elegante de la época, a quien le gustaba la casaca redonda, el calzón prendido con hebillas y las medias de seda negra. Sin embargo esto no era así.

Según José Celedonio Balbín, comerciante amigo del prócer:
“…No es cierto que (Belgrano) hiciese demasiada ostentación de los usos europeos, hasta el grado de chocar con las costumbres nacionales, como no es cierto que se presentaba en público con lujo ni con el esmero de un elegante refinado. Se presentaba aseado [...], con una levita de paño azul, sin galón alguno, que cubría la silla y que estaba yo (Balbín) cansado de verlo usar en Buenos Aires a todos los jefes de caballería. Todo el lujo que llevó al ejército (del norte) fue una volanta inglesa de dos ruedas, que él manejaba, con un caballo, y en la que paseaba algunas mañanas…”.(1)
El militar caminaba tan rápido que era imposible acompañarlo para mantener una conversación con él. Dormía sólo tres o cuatro horas después de recorrer los campamentos por las noches; era común encontrarlo descansando en el suelo o repasando sus botas remendadas que en nada se parecían —según Balbín— a ningún elegante de Londres y de París.


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Leer investigación sobre este tema en:
El enigma de los retratos de Belgrano de Laura Malosetti Costa.

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(1) Rivera, Ángel (1959), Tiempos Heroicos, Editorial Kapelusz, Buenos Aires.

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