De La Bajada a Mandisoví. El mal humor de Manuel Belgrano.


Cuando las controversias políticas se agudizaron en las costas del Uruguay, las tres divisiones del ejército iniciaron su tránsito partiendo desde La Bajada. La idea del abogado-militar era la de atravesar:
“…del Paraná a la estancia de la Torre; a la costa de Antonio Tomás; a la estancia de Colobrán; a las estacas de Juan Ventura (pertenecía a Gregoria Pérez); a las Viscachas; a la Mula de Candioti; a los Canteros; a lo de José Muñoz; a las Juntas de Basualdo; a lo de don José Antonio Casco; a lo de Borda; a Curuzú Cuatiá. El recorrido habría de totalizar ciento once leguas y media…”. (1)
       La inserción de la gran lomada por el norte, en la región del Guayquiraró y sus afluentes Barrancas, Basualdo y Mula, ofrecía una complicada geografía que dificultaba el avance del ejército. Mientras Belgrano aguardaba la llegada de doscientos hombres del Regimiento de Patricios, cuyos soldados provenían de las compañías de indios, pardos y morenos, las filas de la compañía continuaban su recorrido.
     Don Francisco Antonio Candiotti y don Francisco de Colobrán y Andreu, conocedores del territorio, colaboraban con las informaciones topográficas. Novecientos cincuenta hombres distribuidos en infantería y caballería, además de las piezas de artillería, conformaban el ejército. El escuadrón de caballería creado por el abogado-militar recibió el nombre de Milicia Patriótica del Paraná. Según sus escritos:
“No es fácil expresar a V.E. lo que ha trabajado la Milicia del Paraná con los Carros y cuidado de Boyada y caballada, lo que han padecido los oficiales y toda la tropa andando al paso del Buey, por entre bañados, esteros y lagunas con mil sabandijas, y el paso de los soles…” (2).
    Las armas de esos tiempos ocasionaban problemas en toda región caracterizada por la existencia de ríos y arroyos. Al vadear un accidente geográfico de este tipo, se podía humedecer la carga de pólvora de los fusiles de chispa de hierro fundido, contenida con la bala en cartucho de papel. Algo similar ocurría con la carabina.
       El historiador Facundo Arce transcribe cartas indicadoras de las peripecias del ejército.
“…a 5 leguas de aquí, un carro de municiones para fusil, con 17 cajones, de modo que solo se han salvado las balas;… la pólvora se humedeció, y ha perdido toda, habiendo estado tumbado el carro, desde las ocho de la noche hasta el amanecer del día siguiente”. Manuel Belgrano. Bajada del Paraná, 27 de octubre de 1810…”.(3)
    Cierto mal humor provocado por estas situaciones se deja traslucir en la misiva mencionada.
“…Vengo ahora mismo que ya es la una, de estar disponiendo la salida del resto de Carretillas, y vengo rabiando porque todo es pesadez,…, y en vano se quema uno la sangre; para todo es preciso estar encima y ya me falta la paciencia…”.(4)

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NOTAS
(1) Castrillón, Manuel (1956), Expedición del Ejército del Norte al Paraguay, 1810. Buenos Aires. Ver Arce Facundo A.
(2) AGN. Carta de Belgrano a la Junta, Costa del Paraná, 4 de diciembre de 1810. Archivo del Gobierno de Buenos Aires, tomo XLIII, 1810.
(3) Facundo Arce. Entre Ríos en los Albores de la Revolución de Mayo. Paraná, Talleres Gráficos Nueva Impresora, 1960.
(4) Ibidem.

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