En el Cabildo Montevideano

  
Cabildo de Montevideo. Edificio construido entre los años 1804 y 1870

Los miembros de la Junta de Buenos Aires esperaban una decisión favorable del Cabildo de Montevideo, sin embargo esto no sucedió. El Manifiesto del Gobierno y Municipalidad a los habitantes del pueblo de Montevideo  decía que:
“…La Capital, ese pueblo donde habita una parte de nuestros deudos con otro de vuestros intereses se halla agitada de un movimiento cuya naturaleza no podemos todavía deslindar. Los pasos, las medidas, las indagaciones, que se han practicado con el fin de conocerlo nada nos han producido de cierto y fijo, todo es problemático, todo dudoso…”. (1)
    Al enterarse de la instalación del Consejo Supremo de Regencia— en Cádiz — los montevideanos deciden aceptar su autoridad.
    Fragatas inglesas y españolas indicaban la alianza de los respectivos gobiernos en contra de los criollos. Mientras tanto, Cisneros intentó llegar a un acuerdo con las autoridades del Paraguay y de Córdoba, para lograr el dominio de la Mesopotamia. El apoyo de los residentes europeos en las villas era imprescindible.
    Inútil había sido el viaje realizado en el mes de junio por el doctor Juan José Esteban Paso, secretario vocal de la Junta de Gobierno de Buenos Aires, a Montevideo. Sentado en silla de terciopelo, frente a una mesa cubierta con tapete de damasco, Juan José Paso fue invitado a salir de la provincia oriental en medio de un tumulto de personas que pedía a gritos que lo maten (2) ”. Los argumentos del enviado porteño, que fuera trasladado en un coche decente hasta el cabildo oriental, no convencieron al jefe del Apostadero Naval José María Salazar, ubicado en el extremo opuesto de las ideas. La polarización de ambos centros urbanos, sus respectivos puertos y lugares de asentamiento, motivaron el conflicto.
    Los habitantes de La Colonia y de Maldonado, seguidores de los criollos, vieron obstaculizados sus propósitos cuando la escuadrilla de Juan Ángel de Michelena y la de Javier de Viana ocuparon los puertos de esas localidades para evitar las comunicaciones entre Buenos Aires y la campaña de la Banda Oriental del Uruguay. Para el mes de septiembre el bloqueo era inminente.


ADVERTENCIAS A TOMÁS DE ROCAMORA

    Los hechos ocurridos en septiembre fueron muy llamativos en todas las regiones. En ese mes, don Tomás de Rocamora, el gobernador interino de Misiones, estaba enterado de lo ocurrido en Buenos Aires. Las dificultades para comunicarse a través de las publicaciones resultaban cada vez más complicadas.
    Don Josef de Urquiza había renunciado a su cargo. Si bien decía ser partidario de la revolución, sus antecedentes españoles no favorecían la permanencia política en la villa de Concepción del Uruguay. Según palabras del doctor Luis V. Varela:
“El comandante Urquiza, motu propio unas veces y otras obedeciendo a indicaciones de la Junta de Buenos Aires, había hecho recoger todas las armas que existían en la ciudad,(Concepción del Uruguay) y que podrían servir para la guerra; había organizado milicias y prendido todos los desertores que utilizaron de evitar el servicio o pasar al Paraguay o Montevideo, con sus puntos impidió toda correspondencia y luego dando indiscutibles muestras de su adhesión a la Revolución ya la Junta, hasta que ésta cometió la injusticia de someterle a la tenencia de gobierno de Santa Fe, en 5 de septiembre de 1810, presentando inmediatamente su renuncia el 13 del mismo, dando por causas sus dolencias”.
    José Miguel Díaz Vélez, el nuevo Comandante General de los partidos de Entre Ríos, recibió de Belgrano las Instrucciones de la Junta para organizar las milicias.
    Al funcionario le preocupaba la posibilidad de que la correspondencia cayera en manos enemigas al movimiento revolucionario. Para ese tiempo, Rocamora había recibido los paquetes con información reservada de la estafeta del Uruguay. Era todo un problema el de la privacidad del correo. La costa de este río no ofrecía seguridad en la zona de Santo Domingo Soriano y de Mercedes. En uno de sus oficios, el Comandante explicó el estado de indefección y falta de recursos en esos lugares. El control de los ríos mostraba la fragilidad marítima del nuevo gobierno; lo sabían los criollos y lo aprovechaban los realistas
    Como las postas no eran suficientes, los entrerrianos debieron buscar gente favorable al movimiento, vecinos de conocida conducta que prestaran sus viviendas para evitar riesgos y no cobraran por ese servicio durante cuatro años; así lograron establecer siete estafetas en la carrera del Gualeguay al Paraná.
    Para Cornelio Saavedra y demás miembros de la Junta, las postas deben brindar mayor comodidad a los viajeros que recorrieran el lugar. Con catres, sillas y mesas para comodidad de las personas, elementos para el aseo personal —como la tinaja— o ciertos ingredientes para la comida como el vinagre, el aceite y el vino, así se solucionaría el inconveniente.
    El Alcalde de Primer Voto y Administrador de Correos de la villa de Concepción del Uruguay, tenía información de que el llamado Paso del Rey —sobre el río Paraná— era el lugar ideal para el cruce de correos y así lo dio a conocer a las autoridades correspondientes . De cualquier manera, el temor de la ocupación española a la villa de Paysandú, estaba latente. Si esto ocurría, los criollos de Concepción del Uruguay no podrían ofrecer resistencia con la escasez de soldados a favor de la Junta.


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NOTAS
(1) Comisión Nacional Archivo Artigas. Archivo Artigas. Tomo Tercero, Montevideo, Impresores: A. Monteverde y Cía. MCMLII.
(2) Breda, Emilio Alberto. Historia. Apéndice documental. Ediciones Theoría, Buenos Aires, 1962, pág. 132.

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