Cambios de opinión


    Lo ocurrido en Montevideo circuló rápidamente por las villas entrerrianas y alteró la vida de sus habitantes. Cortada la comunicación y obstruido el comercio, los inconvenientes económicos agravaron la situación.
    En la villa de Concepción del Uruguay, las cincuenta y un personas que se reunieron en el Cabildo Abierto del 30 de julio, habían elegido al cura y vicario del pueblo Dr. José Bonifacio Redruello, como diputado.
    Según documentos de la época, los cabildantes dieron:
“…para sí y a nombre del Cabildo y su vecindario, todo su poder cumplido especial y tan bastante cual de derecho se requiera y sea necesario para más valer, para que representando su acción y derecho, como si ellos mismos presentes fuesen, se persone en la Junta Superior Provisional, Gobernadora de las Provincias Unidas del Río de la Plata, a nombre de nuestro amado Fernando VII…” (1).
    Era evidente que el sacerdote aceptó los poderes pensando en la figura de Fernando VII; al enterarse de que el movimiento revolucionario no tenía esas intenciones, rechazó continuar con su misión. Para el historiador Fasolino, no resultaba casual la coincidencia de la renuncia del sacerdote con la ejecución de Santiago de Liniers.
La Junta prometió resolver la situación, la medida quedó en suspenso y nadie acudió al Congreso. El cura fue remplazado por el Dr. Mariano López Cobos en sus funciones religiosas, mientras Redruello prefirió seguir fomentando las ideas realistas en la villa fundada por Rocamora.


HECHOS CONFLICTIVOS
    En la villa de San José de Gualeguaychú, cotidianos conflictos políticos se manifestaban entre vecinos. Las personas con criterios opuestos al nuevo sistema de gobierno criollo no podían ocupar cargos en ninguna institución. De ahí la disposición de remitirlos a Santa Fe para que el Teniente Gobernador dispusiera las medidas correspondientes.
    Divisiones internas entre los realistas de las villas provocaban reuniones simultáneas —según la representación y nobleza de sangre— en las denominadas tertulias.
     Esto ocurrió cuando el perito Sourrìere de Souvillac junto a García Petisco, José Borrajo o Valentín José de Sopeña impidieron en un congreso la participación u opinión de quienes se consideraban patriotas.
    Es interesante la lectura del documento sobre el arribo de una lancha con frutos a esta villa. En dicho documento se pueden apreciar las conflictivas relaciones vecinales ante los hechos revolucionarios:
“… El 24 de Octubre llegó de Montevideo una lancha con frutos, y Petisco con la mayor parte de sus contertulios pasó a su bordo. El Patrón les presentó una Proclama del Gobernador Vigodet que contenía especie denigrantes contra este Gobierno y fue aplaudida entre todos ellos, especialmente por Suvillac, quien la explicó en tono decisivo con respecto al Patrón: este es de los nuestros y es forzoso ayudarle (…).
    En 29 del mismo mes estuvo en Gualeguaychú el Comandante militar Díaz Vélez e informado de la llegada del Buque referido, mandó prender a su Patrón, y que se asegurase el dicho Buque, como se verificó, encontrándosele 30 ejemplares de Gacetas impresas en Montevideo (…) dejó orden al Capitán comandante Chilavert para la formación de la sumaria, y se dirigió para su destino…”. (ortografía actualizada)
    Las Gazetas halladas en el barco se editaban en el taller tipográfico La Carlota. Esta imprenta llevaba el nombre de la infanta consorte del príncipe regente de Portugal, quien había realizado dicho obsequio al Cabildo. Allí se escribían informes favorables a los realistas que desvirtuaban la realidad. Al enfermarse fray Cirilo, el editor de la Gaceta de Montevideo que cobraba 1.200 pesos de renta, los realistas no encontraban reemplazante capaz de saber mentir y decir desvergüenzas, según palabras de Gaspar de Vigodet.
   Siguiendo la lectura del documento se sabe que García Petisco liberó al patrón del barco aprovechando la ausencia de Chilavert. Al ocupar la Comandancia interina se permitió tomar ciertas decisiones como la de considerar enfermo al prisionero para así poder llevarlo a una casa particular. De estos hechos se deduce que la situación de las villas no era nada agradable, considerando además que la llegada de Michelena era inminente.
    Con doscientos hombres desembarcó este jefe de las fuerzas realistas en Arroyo de la China; ocurrió en la madrugada del día 6 de noviembre del año de la revolución. Don José de Rondeau y don José Gervasio Artigas estaban entre sus acompañantes.
    Las noticias sobre el avance de los realistas en las costas del Uruguay alteraban la vida cotidiana de la gente de las villas. Se hablaba del desembarco de treinta portugueses, de ciertos despachos de Cisneros o de las reuniones misteriosas en la casa que Nadal tenía en Gualeguaychú.
   Díaz Vélez, a pesar de haber sido advertido con señales de fuego y humo que alertaban sobre el avance del ejército realista, no disponía de tropas como las que conducía Manuel Belgrano en su tránsito hacia el Paraguay, para enfrentar la situación.
    El desbordado pueblo, tomaba recaudos con las mujeres y niños del lugar. Ciertos comentarios sobre los cautivos en tiempos de guerra atormentaban a las familias. El ejército realista se había instalado a dos cuadras de Arroyo de la China. Según informes de Bartolomé Zapata, esta fuerza poseía cuatro piezas de artillería, habiéndose incorporado milicias de Paysandú, Mercedes y Rosario. Contaban además con ocho transportes, un falucho y una cañonera de guerra, habiendo prohibido montar a caballo en razón de que algunos hombres habían desertado, y se aprehendían todas las caballadas que podían utilizar los revolucionarios (2).
    En lo que respecta a lo económico, nadie tenía aseguradas las propiedades y el dinero. Era común en esos tiempos depositar dinero en algún comercio de manera confidencial. Al carecer de plazo fijo se los podía recaudar en cualquier momento. Sin embargo, en esta situación de guerra los embargos estaban a la orden del día. Esto le ocurrió a Jaime Martínez, un vecino de Gualeguaychú quien perdió ochocientos pesos porque su dinero quedó acorralado por el alcalde García Petisco. Martínez, también conocido como Martí, tuvo que huir para poder salvar su vida antes de que ordenaran tomarlo prisionero.
    Los criollos adoptaron medidas acordes al sentido común; carencia de elementos indispensables para la subsistencia o avance de los ejércitos, tácticas de espionaje, intentos de ahondar en el pensamiento de la gente del otro bando fueron algunas de las medidas tomadas.
    Conocedores de ciertas fortalezas y debilidades en las convicciones políticas de sus enemigos, actuaban según las circunstancias. Para el historiador Raúl Fradkin (1997):
“…el alineamiento de cada región, cada sector y cada individuo detrás del bando realista o patriota era el resultado de opciones políticas y de relaciones de fuerza, y no estaba predeterminado por el lugar de origen…”.(3)
    Tal es el caso de Javier de Viana, un criollo nacido en Montevideo; sus amigos militaban en la causa patriótica y su padre había sido Mariscal de Campo y Gobernador de la Banda Oriental, un dilema difícil de resolver. Al año siguiente fue convencido de la necesidad de los cambios.
    El historiador José C. Chiaramonte (4) plantea que en ese tiempo el término pueblo se utilizaba como sinónimo de ciudad, fuera ésta principal o subalterna, y en ellas se disputaba el ejercicio de la soberanía. La realidad urbana se relacionaba con la lucha por la libertad popular; concepto que no se manifestaba en una monarquía. La experiencia de los habitantes de las villas indicaba la ausencia del representante del rey en los momentos en que más lo necesitaban.
    La Junta, conocedora de ésta situación, consideraba importante disuadir y persuadir a los pueblos de la campaña para lograr su objetivo, en especial a los de la Banda Oriental. Al contar con el apoyo de los alcaldes, comandantes y curas de los pueblos(5) podían obtener la lista de aquellas personas capaces de apoyar el movimiento y atraer lentamente a la gente que no compartía las ideas realistas.
    El cura José Bonifacio Redruello, quien lideraba las ideas realistas en Concepción del Uruguay, invitó a un banquete al criollo venezolano Michelena para festejar el triunfo del marino; éste le correspondió con otro donde concurrieron sus parientes. En Gualeguay también se alteraron los ánimos cuando llegó el militar y mandaron celebrar misa.
    Mientras tanto Díaz Vélez informaba a Manuel Belgrano de la situación.

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NOTAS
(1) Fasolino, Nicolás. José Bonifacio Redruello. Santa Fe, El Litoral, 1955, p. 120.
(2) AGN. Sección Guerra. Sala X,3.1.1. 1810.
(3) Fradkin Raúl y Juan Carlos Garavaglia. La Argentina colonial. cap. I, op. cit., nota 18.
(4) Chiaramonte,Juan C.(1997), Ciudades, provincias ,estados: orígenes de la nación argentina (1800-1846),Ariel, Buenos Aires.
(5) Comisión Nacional Archivo Artigas. Archivo Artigas. Tomo tercero, Montevideo, Impresores A. Monteverde y Cía, 1952.




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